Si hay algo que detesto es la esperanza.
La esperanza es la suposición de que nos va a ocurrir algo bueno sin que haya ningún dato que implique que va a ocurrir algo bueno.
Es una forma particularmente idiota de pensamiento mágico. Hay formas de pensamiento mágico que tienen cierto disfrute estético, pero este no es el caso.
La esperanza es totalmente diferente a la expectativa. La expectativa es lo que suponemos que va a ocurrir basado en los datos que disponemos realmente.
Cuando alguien tiene datos que indican que las cosas probablemente salgan mal, o que en caso de ocurrir bien, será apenas por los pelos, entonces aquellos que quieren hacernos ver como que todo esto fue una victoria -y aquí me refiero al resultado electoral de ayer-, simplemente piensan que somos tarados, o de una debilidad tan grande en nuestra voluntad que pensar que hemos perdido va a hacer que dejemos de esforzarnos.
Cuando uno está perdiendo, es cuando uno más se esfuerza. Porque como no tiene chance de ganar todo esfuerzo que se haga no entra en el registro del resultado, sino en el registro de la leyenda.
¿Y qué sería la leyenda?
La construcción ideológica sobre cómo se enfrentan las adversidades que nos sirve posteriormente para llegar a conseguir cosas cuando las condiciones para conseguir las cosas están presentes.
No necesitamos esperanza.
La esperanza siempre es el peor de todos los males.
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